Picasso feat Biggie.

Si Pablo Picasso pasó por 9 etapas en su vida artística, ya no sé ni por cual voy yo en mi vida personal que, de manera extrañamente vinculante, está ligada a mi trabajo. Digo extrañamente, porque no concibo la una sin la otra, es más, creo no existiría la una sin la otra.

Me sorprendo muchas veces diciéndome a mí misma “estoy en un periodo negro” o de repente como ahora que veo clara la salida y la transición de uno a otro, pienso, hoy por hoy, esta mañana, estaba en el periodo rosa clarito de las flores que nacen con locura en esta época del año, que visualmente puede que sea de mis favoritas.

Mirar al cielo y ver flores , es un puto regalo de la vida.

Me reitero en lo que ya dije en su día, las flores que mejor me caen, son las que crecen sin que nadie las mire, a mala ostia en algún lugar inesperado.

No olvidaré jamás, el día que hace muchos años en Madrid, vi el Guernica por primera vez, o de la luz que había en aquellas salas y periodos de Picasso, que abofeteaba mi cara como lo hace el Arte cuando me llega, me impacta y se instaura en mi sangre y en mi ADN, ya para siempre. Después de mil años volveré a verle, en cuanto pueda masticar y saborear de nuevo Madrid.

Soy de las que piensan que si no tienes nada inteligente/divertido que decir, mejor cállate la boca. O mejor incluso, escucha. Seguramente te lleves más de una sorpresa.

Sino escribía nada por aquí, era básicamente, porque no tenía nada que decir que aportara algo guay. Así que me callé un rato y no pasa nada! Podría decir que estaba en un periodo azul marino. Un sin más ni más vamos.

Pero, el otro día me sorprendí cosiendo una bata de cola de Adidas, y pensé, así vestiría yo a Lola Flores si estuviera viva y a mi vera hoy en día, y volví a enamorarme una vez más de mi profesión. También me encontré en uno de mis interminables paseos hacia la nada, sonriendo con las flores y el silencio y me di cuenta que la estación había cambiado (una vez más) ahí fuera y aquí dentro. Las cosas realmente importantes de la vida son las flores, y nosotros no nos damos cuenta.

Y los amigos, los amigos son muy importantes también y lo son mucho. Amigos de: baja que nos vamos de picnic a la casa abandonada que te gusta. Amigos de los de: dibujé esto para ti porque podemos darle una vuelta y hacer algo guapo. Amigos de los que ante una situación de mierda, directamente te llaman y te dicen “ qué, ya estamos moqueando?”. Amigos de verdad, pocos y selectos.

Hay una frase que me encanta y que me define desde que la oí: no soy de las que se ríe porque sí. Tampoco soy de las personas que se regalan a cualquiera por miedo a estar solas y que el monstruo del aydiosmio las coma.

Estoy tan a gusto en esta piel y en este cuerpo, que no necesitaría nada más, así que todo lo que venga del exterior, transportado por un amigo, me parece un regalo. A día de hoy, me caigo realmente bien, la verdad. He conseguido acercarme bastante a la clase de persona que siempre me pareció guay ser. Los tranquilos y sinceros, los que no tienen prisa, los que respiran y miran flores, los que a veces no pueden ni salir de la cama porque le supura el alma. Los que están agradecidos de los puñalones en el costado recibidos, porque para algo habrán valido.

Creo que por fin he entendido que no sirve de nada viajar al pasado a la puerta del colegio donde nadie me esperaba con la merienda. No hay opción real de cambiar eso ya. Igual, por lógica, es mejor focalizarse aquí y ahora, y hacer bonito lo que sea que haga, porque es el único lugar en el que realmente si puedo hacer y gobernar mis actos. Necesito abandonar el enunciado ” es que yo habría hecho” ” es que yo habría dicho”. No vale más que para quitarte la postilla de las heridas una y mil veces, y que no curen, en círculo vicioso y destructivo, sin ninguna ganancia. A mí dame balcones con flores, que ya tuve demasiado tiempo las persianas bajadas.

Si me imagino en un futuro, no me imagino en León, tampoco me imagino en ninguna ciudad que haya conocido aún. Pero esta casa de las fotos, con su piscina, en un alto alejada y abandonada, como le dije a Álvaro, siempre será la casa en la que me gustaría vivir si pasara de pasada por aquí. En otra vida, en otra movida y de otra manera. Pero si. Esta es. Cuenta la leyenda (bueno realmente lo cuento yo de coña) que es la casa que me dejó Notorius Big cuando se murió (el pobre sin quererlo) y me dejo viuda tan jovencita. Ya sabes, si la realidad no me parece lo suficientemente guay, ya me invento otra paralela, no hay problema.

Fotografía: Alvaro AyarzaAbocados

Cuando terminé de escribir todo esto, me apetecía muchisimo escuchar esto: Danit Treubig -Guacamayo-

( Maria Jesús, para cuando leas esto, te regalo esta canción como el que regala un ramo de flores silvestres )

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